En medio del creciente debate sobre la regulación del regional mexicano, el cantautor sonorense Régulo Caro alzó la voz para cuestionar lo que considera un intento sistemático por responsabilizar a los artistas de la violencia en el país.
Desde su perspectiva, las medidas restrictivas que se han planteado en distintos estados no solo evaden el origen del conflicto, sino que también ponen en riesgo la libertad de expresión que históricamente ha definido al corrido.
Durante su participación en Proyecto Puente, Caro señaló que los señalamientos hacia los corridos progresivos han aumentado a la par del auge internacional del género. Para él, el éxito masivo del regional mexicano convirtió a sus intérpretes en un blanco conveniente.
“Cuando la situación está fuera de control, buscan a quién echarle la culpa. Ahora nos señalan a nosotros, como si la música fuera el origen de lo que pasa en las calles”, expresó.
Caro recalcó que el corrido moderno ha dejado de ser un fenómeno regional para transformarse en un movimiento global, lo que —dijo— lo ha colocado “bajo lupa” en un contexto de creciente inseguridad. Aun así, insiste en que la música no genera la realidad: simplemente la narra.
“No inventamos historias. Cantamos lo que se vive. Y se vive porque ocurre, no porque se cante”.
El cantautor advirtió que la censura podría tener implicaciones graves, especialmente cuando se busca limitar expresiones artísticas que también pueden denunciar injusticias, corrupción o problemáticas sociales.
Asimismo, resaltó la necesidad de distinguir entre artista y obra. Comparó la situación con la actuación: “Un actor puede interpretar villanos o criminales sin que eso determine su vida personal, pero en la música, la sociedad juzga con mayor severidad”.
En su opinión, responsabilizar al corrido de los comportamientos de los jóvenes desconoce factores más profundos: educación, falta de oportunidades, supervisión familiar y desigualdad social.
“El artista hace arte. El papá educa”, sentenció.
Régulo Caro nació en Los Ángeles, California, pero creció en Ciudad Obregón, Sonora. Aunque proviene de una familia de músicos por parte de su madre, nunca imaginó dedicarse a la música. De niño soñaba con ser astronauta o policía, y aunque comenzó a tocar la guitarra a los 13 años, no fue sino hasta los 28 o 29 cuando decidió apostar por una carrera artística.
Antes de lanzarse como intérprete, trabajó como compositor para figuras como Gerardo Ortiz, Julión Álvarez, Banda MS, Voz de Mando y Los Buitres, una etapa que le dio la confianza para iniciar su propio camino musical en 2010.
Desde entonces, ha construido un catálogo sólido con más de 15 álbumes, que incluyen siete producciones inéditas, cinco discos de covers bajo el concepto Mi Guitarra y Yo, además de múltiples grabaciones en vivo.
Su estilo navega entre los corridos progresivos y la balada romántica con banda. Entre sus temas más significativos destaca “El 25 de diciembre”, que marcó sus primeros ingresos como compositor, y “En estos días”, un corrido inspirado en la vida en prisión que conectó especialmente con familiares de personas encarceladas. La canción surgió en un momento emocional difícil para Caro, cuando atravesaba efectos secundarios de medicamentos que le generaban depresión.
Su curiosidad musical lo ha llevado a fusionar géneros. Recientemente participó en un festival encabezado por Deftones, donde logró cautivar a un público predominantemente rockero.
“Fue un logro personal enorme. Pude ver que dos mundos que siempre han sido enemigos sí pueden cruzarse”, señaló.














